119:69 Contra mí forjaron mentira los soberbios,
Mas yo guardaré de todo corazón tus mandamientos.
119:70 Se engrosó el corazón de ellos como sebo,
Mas yo en tu ley me he regocijado.
119:71 Bueno me es haber sido humillado,
Para que aprenda tus estatutos.
119:72 Mejor me es la ley de tu boca
Que millares de oro y plata. AMÉN.
Lo contrario del humilde es el soberbio, que es la persona que tiene un sentimiento de valoración personal por encima de los demás, por eso DIOS al soberbio lo lleva a la humillación para evitar que su corazón se engrose como sebo, envaneciéndose y perdiéndose en el error.
La humillación es cuando se rebaja del lugar adquirido a una persona, es decir cuando se cambia la condición o posición de alguien por una más baja. A través de la humillación DIOS busca llevarnos a reaccionar y cambiar de la altivez a la humildad, a comprender que nadie es superior a nadie, ni tiene privilegios sobre otros, que apartados de ÉL nada podemos hacer para permanecer en el equilibrio de las cosas, porque nosotros no conocemos todo lo que ÉL sí conoce, por eso con ÉL somos vencedores, pero sin ÉL estamos por cuenta del enemigo.
LA PALABRA DE DIOS es medicina para el corazón, por eso me regocijo en ella, y el valor de la PALABRA DE DIOS es mucho mayor que el de millares de oro y plata, porque su riqueza es única y de incalculable precio.
OREMOS: GRACIAS PADRE MARAVILLOSO POR TENER CUIDADO DE MI VIDA, GRACIAS PADRE POR AYUDARME A ENTENDER LA HUMILDAD EN LA QUE DEBEMOS PERMANECER TODOS LOS HABITANTES DE LA TIERRA, PUES POR TU PALABRA ENCUENTRO MEDICINA PARA MI ALMA Y ASÍ TODO MI SER PERMANECE EN EL EQUILIBRIO PERFECTO QUE TU ME DAS. EN EL NOMBRE DE JESUCRISTO CLAMO PARA QUE NO APARTES DE MI TU SANTO ESPÍRITU Y QUE ESTÉ TODOS LOS DÍAS DE MI VIDA EN ATENCIÓN A TU CONSEJO. TE AMO PADRE Y GLORIFICO TU NOMBRE POR SIEMPRE, AMÉN.
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